Cabezo Nemésico

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domingo, 16 de mayo de 2010

Aiguafreda

AGUAFRÍA

El sudor en los pergaminos de la piel
como la resina tibia en la corteza del árbol.
Los nevados inviernos
quemados en las mejillas.
Los pinos cubiertos por la bruma
y el irrespirable sofoco de la madrugada.
El eléctrico y lustroso abdomen de la libélula
atravesando los campos rastrillados.
Los llovedizos escarchados de gotas y lágrimas,
el óxido de los azadones,
los escabuches, hoces, cribas y gradas
entre tejas
y antiguos restos de adoquines
de cenefas desdibujadas.
La vieja rueda de camión, el trigo,
el agua rompiendo contra el río.
El hacha estancada en los tablones,
los destellos del hierro
al impactar con el metal.
La tensión de los campos asurcados.
La silueta del arquero
pisando la tierra humefactada.
La fuerza de la cuerda
imprimiendo el veneno en la herida,
el silencio preciso,
el triunfo en la diana.

Abriremos de par en par las puertas
para dejar atrás la fronda
y profiriendo el animal alarido de la furia,
romperemos las botellas,
desharemos las colchas,
alborotaremos las cacerolas
y batiremos los ventanales
para recordar la noche
más larga de la historia.
Entre el claroscuro de las porchadas
reiremos de ansias acalladas
y nos abrazaremos
hasta tocarnos con los labios,
mirándonos a los ojos,
iluminando el horizonte
para estar nuevamente unidos
en el último sollozo
del firme camino hacia la muerte.



Poema de Ramiro Lucea. Música de Raúl Lucea y Teófilo Salvatierra

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